Uno de los aspectos que se mencionó de los holocaustos bíblicos, era su carácter voluntario. Dios no pedía holocaustos, los mismos salían del corazón de la persona.
Sin embargo existe un personaje bíblico al cuál Dios le pidió un holocausto y del todo especial. Cierto día Dios dijo a Abraham:
“…Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quién amas y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”. (Génesis 22: 2).
Dios no sólo estaba pidiendo un holocausto, sino que pedía a Abraham que ofreciera a su propio hijo.
¿Cuánto estarías dispuesto a dar por Dios?
Sin duda alguna no fue fácil para Abraham tomar una decisión entre obedecer a Dios y sacrificar a su hijo, pero es importante destacar que entre esas dos opciones haya elegido la primera, es decir, obedecer a Dios y estar dispuesto a sacrificar a su propio hijo si eso era lo que Dios pedía.
En realidad, Dios no quería que Abraham matara a su hijo, tampoco era una especie de “juego” para ver la resistencia de este hombre. Pero ese día él aprendió verdades preciosas.
En el mismo momento que Abraham estaba por matar a su hijo, una voz del cielo le dice… “No extiendas tu mano sobre el muchacho”, al desviar su mirada, Abraham se dio cuenta que un carnero había quedado atrapado en una planta y entendió que este era el regalo de Dios para que él no sacrifique a su hijo. ¡¡¡Con cuánta alegría reemplazó a su hijo por este carnero!!!
Este carnero ocupó el lugar de Isaac y es la representación de aquel que también ocupó mi lugar y el tuyo. Jesús murió para que tengamos vida y en abundancia!!!
Como habrás notado, el holocausto era dar todo a Dios y la única razón para hacerlo era porque Dios da todo por el ser humano.
No temas darle hoy mismo a Dios tu corazón de manera completa, sin reservas. Ese es tu holocausto de hoy.